INTRO

1 UN MUSEO PARA
RÍO Y SU NUEVO
TIEMPO

Todos los que desembarcan en un puerto, cualquier puerto, tienen consciencia, o por lo menos tienen la visión, de un nuevo futuro que se aproxima. Y presienten que ese futuro no es algo lejano en el tiempo, abstracto: comienza ahora, siempre en el momento que los pies, antes sobre la cubierta del buque, en la incertidumbre (y en las posibilidades infinitas) del mar, tocan las piedras pisadas del muelle, como en la famosa samba.

Para gran parte de los hombres y de las mujeres que desembarcaron en el Puerto de Río de Janeiro a lo largo de la historia, el futuro y sus posibilidades muchas veces parecieron inciertos. Y, a pesar del escenario fatalmente nada prometedor, fueron esos hombres y esas mujeres que en gran parte construyeron la ciudad de Río, y dejaron un legado de arte, religión, ciencia, cultura, de todo lo que, en fin, el ingenio humano es capaz de crear.

Uno de los mayores legados de la revitalización de la región portuaria carioca es, ciertamente, la oportunidad de reexaminar esa historia. Hoy, gracias al minucioso trabajo arqueológico e histórico realizado en el muelle y sus alrededores, Río conoce más y mejor la trayectoria de gran parte de su población; sabe que fue el mayor puerto de llegada de esclavos africanos del mundo; tiene, a partir de esos hallazgos, la exacta conciencia de lo que puede representar el mañana y sus posibilidades. Y, principalmente, reconoce su fuerza creadora y transformadora.

Como un buque que atraca en el Muelle Mauá, el Museo del Mañana prosigue en esa condición de quien desembarca en el muelle: piensa, teme, sueña, proyecta, vislumbra las diversas posibilidades del futuro. Y lo hace desde el punto de vista de la ciencia. Es un museo de ciencia aplicada que parte de la urgencia del presente e incentiva la reflexión sobre las diversas posibilidades del mañana. Y, como consecuencia, provoca acciones para llegar al mañana que queremos.

Hoy vivimos en la Era del Antropoceno: la acción humana, sea individual o colectiva, genera impactos de dimensiones geológicas sobre el planeta. De acuerdo con ese concepto se ha construido el Museo del Mañana. Con esa conciencia es posible entender cómo la humanidad llegó hasta aquí y cuáles son los futuros posibles a partir de las acciones en este presente.

Erguido en un área con vocación histórica, situada en medio de un ambicioso proceso de renovación urbanística promovido por el Ayuntamiento de Río de Janeiro, el Museo del Mañana está insertado en la zona portuaria transformada en una especie de punto nodal, no solo de la red de transportes, sino que también está protagonizando un cambio en la ciudad: de cómo ella fue hasta ahora, en dirección a lo que pretende ser. En ese sentido, es un verdadero punto de articulación entre el pasado y el futuro.

“La revitalización de la región portuaria representa un rescate de nuestra historia. Es una ciudad que mira hacia el futuro, preservando el pasado. La nueva plaza Mauá es autoexplicativa, abierta, iluminada. Con el Museo de Arte de Río (MAR) y el Museo del Mañana, que agrega brillo al local, promoviendo la integración entre el carioca y el paisaje, la historia, la cultura y la recreación, delante del escenario único de la bahía de Guanabara, que es la razón de ser de esta ciudad”, afirma Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro.

Proyectado originalmente para ocupar dos galpones vacíos, los almacenes número cinco y seis, los planes para o Museo del Mañana cambiaron cuando el ayuntamiento propuso que la Fundación Roberto Marinho transfiriese el proyecto para un nuevo local: el Muelle Mauá. No fue por acaso que surge frente al MAR, formando un arco cultural que abraza la nueva plaza Mauá reformada.

“En un mundo cada vez más urbano, uno de los grandes retos de la humanidad es la forma cómo ocupamos las ciudades. El Museo del Mañana simboliza la revitalización de una región de la importancia del Puerto de Río y, ya desde su construcción, nos lleva a reflexionar sobre lo que esperamos de la ciudad: un lugar más integrado y con espacio público más generoso”, explica el alcalde Eduardo Paes.

La Fundación Roberto Marinho concibió los dos museos, el MAR y el Museo del Mañana, justamente como anclas culturales del “rescate” de la región portuaria. Dos de las principales dimensiones del conocimiento humano, el arte y la ciencia, están simbólicamente juntas en el esfuerzo de revitalización de un área, más que obsoleta, hasta ese entonces degradada.

Es ese el sentido profundo que la Fundación Roberto Marinho da a una tarea aparentemente simple, la de “hacer un museo”. Hacer un museo en el contexto cultural brasileño significa mirar hacia un lugar que precisa ser recuperado, pensar su urbanismo y la propuesta arquitectónica más adecuada, escoger un tema y la mejor forma de transformarlo en una narración contemporánea, prever su sostenibilidad en el tiempo y en su relación con el ambiente y con la comunidad, y, finalmente, entregar un equipo cultural que ofrezca simultáneamente educación y entretenimiento. Concluido ese proyecto complejo, el museo abre sus puertas para cumplir la misión de cualquier museo: preservar y exhibir la “musa”, que en el caso del Museo del Mañana es nuestro propio mañana común, el mundo que queremos legar.

La vocación de la Fundación Roberto Marinho de crear museos se ha desarrollado durante casi cuarenta años de actividad, primeramente dedicada a restaurar el patrimonio construido y a preservar la herencia colonial. Poco a poco, la institución percibió que, para celebrar mejor la cultura brasileña, era necesario, trabajar, también, el patrimonio inmaterial.

“Constatamos que la mejor forma de preservar era dar nueva vida y acrecentar nuevos contenidos a esos edificios y monumentos públicos del país, conciliando patrimonio material e inmaterial, como fue el caso de la instalación del Museo de la Lengua Portuguesa en la antigua “Estação da Luz”, en São Paulo, recuerda José Roberto Marinho, presidente de la Fundación.

El Museo del Mañana fue creado para ser un organismo vivo, en el que las múltiples actividades se encuentran, se asocian y se actualizan constantemente, para garantizar una experiencia única a cada visitante.

Aliada a instituciones públicas y privadas, la Fundación proyectó el primer museo del mundo dedicado a un idioma, el Museo de la Lengua Portuguesa; celebró el fútbol como fenómeno social vinculado con la historia y la cultura del país, en el Museo del Fútbol; con el Palacio del “Frevo”, homenajeó el ritmo, patrimonio inmaterial de la humanidad, como manifestación cultural merecedora de un espacio para festejar el Carnaval durante todo el año y no apenas en una época determinada; aproximó el arte y la educación con la osada concepción de un museo con una escuela a su lado (o una escuela con un museo a su lado), el MAR; y ahora, además de este Museo del Mañana, prepara, en la playa de Copacabana, el Museo de la Imagen y del Sonido para celebrar la cultura brasileña y la creatividad artística de Río de Janeiro.

"La Fundación Roberto Marinho concibió y realizó, y el Grupo Globo apoyó directamente la implantación de algunos de los principales museos y centros culturales del país durante los últimos años”, afirma Roberto Irineu Marinho, presidente del Grupo Globo. “Eso demuestra nuestro amor por la cultura brasileña, que está en todo lo que hacemos en nuestro día a día, en los periódicos, en la radio, TV, Internet, etc. En cualquier plataforma nuestro vínculo con la cultura brasileña es claro. En los museos tiene una dimensión aún mayor, ya que participamos en la concepción, en la cofinanciación, en la divulgación, en todas las etapas del proceso”.

En el caso del Museo del Mañana, una de las premisas era desarrollar en Río de Janeiro un museo de ciencia nuevo, original. “Podemos decir que existen dos generaciones de museos de ciencia”, explica José Roberto Marinho, recordando que la primera es la de los museos de historia natural, dedicada a los vestigios del pasado. La segunda generación, que tiene como ejemplos más emblemáticos el museo de “La Villette”, en París, y el “Cosmo-Caixa”, de Barcelona, reproduce en escala de laboratorio los fenómenos de la naturaleza. “Un museo de tercera generación sería construido a partir de una colección de posibilidades. Entonces, pensamos: ¿por qué no enfocamos la perspectiva del futuro que deseamos para la civilización, para las relaciones entre los seres humanos y entre estos y la naturaleza? Nuestro objetivo fue ofrecer al visitante una reflexión ética sobre el mañana que queremos construir”, completa.

Para Hugo Barreto, secretario general de la Fundación Roberto Marinho, el Museo del Mañana es una invitación a la reflexión y a la transformación. “La simbiosis entre el MAR y el Museo del Mañana determina la regeneración de la plaza Mauá y valora la importancia de ese conjunto con el paseo creado al pie del cerro de São Bento y a lo largo del mar. Se está formado un ambiente que invita a las personas a un cambio de actitud en relación a la ciudad y a aquellos que viven en ella. Invita a un cambio de actitud en relación al propio planeta, o a nuestra propia forma de ‘estar’ en él”, observa Barreto.

La Fundación Roberto Marinho, que tiene como modelo actuar aliada a instituciones públicas y privadas, se unió al Ayuntamiento de Río de Janeiro para realizar ese conjunto de museos – el MAR, inaugurado en 2013, y este Museo del Mañana, dos años después. El proyecto cuenta también con el apoyo de los gobiernos del estado y federal, en diversos niveles.

El banco Santander y BG Brasil son los aliados privados fundamentales del proyecto, participando, no apenas, con recursos financieros, sino también con sus conocimientos especializados y redes de relaciones durante todo el proceso de concepción, realización y sostenibilidad del proyecto.

Inspirado en las bromelias del Jardín Botánico, el arquitecto español Santiago Calatrava creó un proyecto adecuado a la exuberancia del paisaje y a la importancia histórica de la región. “Tuvimos cuidado para que el museo fuese insertado de forma orgánica en el proceso creativo de formación y crecimiento de la ciudad”, dijo Lucia Basto, gerente general de Patrimonio y Cultura de la Fundación Roberto Marinho, al mencionar las dos construcciones que considera sobresalientes en las inmediaciones: el Monasterio de San Benito, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 2014, y el edificio del antiguo periódico “A Noite”, en la plaza Mauá, primer rascacielos de América Latina y sede histórica de la Radio Nacional.

El carácter singular del proyecto de Santiago Calatrava fue un reto en términos de ingeniería. A pesar de que la estructura de concreto presenta una simetría, las curvas no se repiten propiamente, y cada pieza parece única. Con los jardines proyectados para ocupar un área a lo largo del museo, encomendados al estudio de Burle Marx, el arquitecto pretendió recrear e integrar al espacio externo un poco de la Mata Atlántica. El área externa tiene 30 mil m2, incluyendo jardines, un espejo de agua, ciclovía y un área de recreación.

Estructurado en dos niveles, totalizando 15 mil m2 de área construida, el Museo del Mañana abriga, en su parte superior, un espacio destinado a la exposición principal, con 10 metros de altura. La exposición de larga duración está dividida en cinco áreas principales: Cosmos, Tierra, Antropoceno, Mañanas y Nosotros. Ellas resultan en más de cincuenta experiencias de inmersión, audiovisuales y juegos interactivos, integradas al Laboratorio de Actividades del Mañana, que une ciencia, tecnología y arte en un ambiente colectivo de experimentación, y al Observatorio del Mañana, que mediante un sistema llamado “Cerebro” recibe datos de instituciones científicas de todo el mundo.

Así como los otros museos concebidos por la Fundación Roberto Marinho y sus aliados, el Museo del Mañana fue creado para ser un organismo vivo, en el cual las múltiples actividades se encuentran, se asocian y se actualizan constantemente, para garantizar una experiencia única a cada visitante.

La atención con el medio ambiente nació junto con el museo. La estructura de acero que cubre la construcción tiene paneles que captan la energía solar y acompañan el movimiento del sol; los espejos de agua al lado del museo integran un sistema que filtra el agua del mar para ser usada en la refrigeración del edificio y después la devuelve a la bahía, ya limpia, en una pequeña cascada al final del muelle. “Quisimos destacar así un poco del deseo de un día contar con una bahía perfectamente limpia”, explica Lucia Basto.

El Museo del Mañana está destinado a transformarse en un puente entre la ciudad y el mundo y de la ciudad con su propio mañana.

Tanto por la arquitectura y contenido como por la localización, a orillas de la bahía, el Museo del Mañana está destinado a transformarse en un puente entre la ciudad y el mundo y de la ciudad con su propio mañana. Quienes desembarquen, a partir de ahora, en el Puerto de Río, viniendo de las incertidumbres del mar, y pisen en el muelle quizá no encuentren certezas, pero encontrarán un espacio en el que las dudas sobre el mañana pueden convertirse en pura energía transformadora.

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