MAÑANAS

14 ¿Cómo
seremos
mañana?

Somos los únicos seres naturales cuya existencia no está determinada únicamente por normas y límites del orden vital, porque incorporamos continuamente a nuestra propia naturaleza los efectos de todo lo que hacemos. Creamos objetos, tecnologías, valores morales y reglas culturales que configuran el ambiente físico y social en que vivimos, expanden las capacidades de nuestro organismo y moldan nuestra subjetividad. A medida que se alteran las condiciones materiales y simbólicas que sostienen nuestra vida cotidiana, se modifica la percepción que tenemos del mundo, de los otros y de nosotros mismos. Lo que somos está en constante mutación, y es esa apertura en nuestra propia naturaleza que resulta nuestra marca esencial.

Algunas de las transformaciones que nos afectarán en las próximas décadas pueden entreverse en el horizonte, otras no. El impacto producido por la internet difícilmente podría haber sido anticipado, por ejemplo, y en pocos años cambió profundamente nuestro modo de ser en el mundo. La percepción del espacio y del tiempo, la forma en que entendemos la información y la memoria, la organización del trabajo, las redes de nuestras relaciones personales, las relaciones entre lo local y lo global, lo individual y lo colectivo son ejemplos de patrones que han sido profundamente alterados por la relación del hombre con la tecnología.

Como ocurre con toda tecnología, claro, sus efectos son complejos. Si por un lado la internet transformó el mundo en un lugar más accesible, compartido y solidario, por otro también precipitó el surgimiento de modalidades inéditas de violencia y criminalidad, control y opresión ­ ataques digitales a sistemas de seguridad, espionaje cibernético, golpes dirigidos a individuos, censura estatal de informaciones, por ejemplo.1 En ese sentido, debemos recordar que el progreso científico y tecnológico debe ser acompañado de reflexiones éticas y acciones políticas que controlen sus efectos y los pongan a servicio de nuestros ideales.

En pocos años más, la internet será ubicua, invisible, dejando de ser percibida como tecnología que afecta la vida para asumir una dimensión de la propia realidad, en la cual nosotros y los objetos estaremos inmediata y permanentemente insertados, cuando precisemos conectarnos.

Combinadas con las tecnologías de realidad virtual, la internet y las redes sociales nos mantendrán intercomunicados no solo por la palabra y por la imagen, sino también sensorialmente2 ­ por ejemplo, para compartir experiencias táctiles u olfativas, o vivencias de inmersión en ambientes virtuales compartidos. [3]

Partes crecientes de la vida cotidiana sucederán en ese espacio virtual. Por eso podemos imaginar que el acceso a esa esfera de la existencia entre para la lista de los derechos universales. En ese proceso, las poblaciones que permanezcan excluidas de la revolución digital difícilmente evitarán la marginalidad económica y social.

La internet será ubicua, invisible, dejando de ser percibida como tecnología que afecta la vida para asumir una dimensión de la propia realidad, en la cual nosotros y los objetos estaremos inmediata y permanentemente insertados, sin que precisemos conectarnos.

Entre los incluidos, nuevos patrones de relaciones personales ya emergen en el horizonte. La experiencia psicológica y social de distancia y proximidad está dejando de ser anclada exclusivamente en el espacio físico. El papel del factor geográfico tiende a ser cada vez menor en la constitución de las relaciones de trabajo, redes de amistad, relaciones amorosas y asociaciones políticas y científicas. Nada estará condenado a la marginación por encontrarse físicamente distante o psicológicamente fuera de los patrones de la mayoría. En ese escenario, una cantidad extraordinaria de informaciones estará más accesible para cada individuo. Por otro lado, el secreto, la soledad y el silencio precisarán ser conquistados. [4]

Junto con la internet, el avance exponencial de las tecnologías de comunicación y computación ampliará los espacios de ejercicio del poder por parte de los individuos. El acceso cada vez mayor a informaciones de todo tipo atenuará las diferencias entre experts y legos. La disminución progresiva de las tecnologías digitales y la universalización de la internet prometen posibilitar saltos en la difusión del conocimiento para todos, resultando en un mayor poder de influencia de los individuos y de los grupos organizados.5 Actos locales tendrán cada vez más la posibilidad de producir efectos globales. Un único individuo, en cualquier lugar que esté, podrá ser visto y oído por millones en todo el planeta. El ejercicio de la autonomía individual podrá expandirse. Barreras lingüísticas se superarán progresivamente con más facilidad debido al desarrollo de dispositivos de traducción instantánea cada vez más eficaces.6 Así, las tecnologías, además de ser instrumentos fantásticos de difusión universal del conocimiento, podrán servir, también, para promover la tolerancia y la equidad en escala global y, en consecuencia, mayor tolerancia entre las diversas culturas.

La expansión acelerada de las biotecnologías está dejando para atrás los límites naturales de la condición humana (...); el concepto y la experiencia de paternidad, maternidad, parentesco y filiación serán significativamente más complejos e inciertos, exigiendo redefiniciones culturales constantes.

Por otro lado, la reducción de la privacidad y el control sobre los individuos tiende a expandirse exponencialmente. Informaciones sobre correspondencias personales, movimientos financieros, registros médicos, preferencias estéticas, políticas, morales, estilos de vida, redes de contacto, desplazamientos geográficos, casi todo será registrado por sistemas de vigilancia y monitorización por parte del Estado, la medicina y por las corporaciones comerciales. Entre los temas que deben ocupar un lugar crucial en la agenda política futura, ciertamente estarán la tensión entre la búsqueda de seguridad y la preservación de la libertad, y la lucha por el control de las informaciones sobre los individuos.

La expansión acelerada de las biotecnologías está dejando para atrás los límites naturales de la condición humana.7 Con las múltiples variedades de contribución biológica de los genitores, y el surgimiento de inéditas formas de uniones conyugales y familiares, el concepto y la experiencia de paternidad, maternidad, parentesco y filiación serán cada vez más complejos, inciertos, exigiendo redefiniciones culturales constantes.

Con la ampliación de las posibilidades de intervención sobre la anatomía y la fisiología, la polarización tradicional entre masculino y femenino cederá más espacio, en el imaginario social, a las visiones espectrales de la sexualidad: una gama plural de configuraciones corporales e identidades de género serán cada vez más accesibles y legítimas.

Con la biónica, la nanotecnología, la bioingeniería genética y las interfaces entre cerebros y máquinas, otras clásicas polarizaciones ­ entre natural y artificial, entre biológico y cultural ­ sufrirán una reducción progresiva de su relevancia. Las formas biológicas, incluso la humana, estarán cada vez más moldadas biotecnológicamente en función de opciones y decisiones humanas ­ morales, estéticas, políticas, comerciales. Produciremos interfaces entre organismos y dispositivos tecnológicos crecientemente complejos y amigables, lo que ampliará mucho nuestras capacidades cognitivas, sensoriales, comunicacionales, la forma de percibir nuestro cuerpo y de constituirnos como sujetos sociales, como ya se preveía hace algunos años. [8]

La posibilidad de superación de límites e imposiciones naturales mediante prácticas de perfeccionamiento de varios aspectos de la vida biológica y psicológica de los individuos (memoria, humor, cognición, sueño, apetito, sexo) ha ganado el imaginario social.9 Ya no se discute más si, sino cómo se usarán las tecnologías de regulación de la vida psíquica y social y el perfeccionamiento del desempeño corporal y subjetivo.

Nuevas formas híbridas de vida, al mismo tiempo, naturales y artificiales, vendrán a luz. El control y la regulación tecnológica de las condiciones biológicas, psicológicas y sociales de la vida traerán consigo innumerables retos éticos y políticos. Las fronteras entre la normalidad, la mera diferencia, y la anormalidad o patología, en los campos del funcionamiento biológico, psicológico y social, serán objeto de intensas disputas culturales y científicas.10 El malestar, trazo inherente a la condición humana, podrá manifestarse de formas inéditas: nuevas modalidades de sufrimiento, nuevos síntomas, referidos a los nuevos ideales y a las nuevas exigencias de bienestar surgidos en ese escenario futuro.

La aceleración del proceso de globalización aumentará la interacción entre diferentes poblaciones y sociedades, ya sea por el comercio, por la circulación de la información o por los movimientos migratorios. Ese proceso podrá crear condiciones para un mayor conocimiento y acogida de la variedad de las culturas humanas, promoviendo la expansión de la tolerancia y la preservación de tradiciones antes amenazadas por el aislamiento. Por otro lado, probablemente causará presiones en dirección de una homogeneidad cultural cuyo desarrollo quizá resulte en el agravamiento de conflictos interétnicos, interculturales e interreligiosos. [11]

¿Qué escenarios el futuro nos reserva? Solo podemos especular sobre ellos. La combinación de transformaciones políticas, movimientos culturales, descubrimientos científicos y avances tecnológicos seguramente modificará profundamente nuestra forma de vivir, pero el mundo que resultará de esa combinación aún será definido. ¿Será más ecuánime e inclusivo o más injusto y excluyente? ¿Conseguiremos crear un mundo más tolerante y compartido o veremos la desigualdad y la violencia persistir en formas inéditas?

No tenemos como decir con certeza cómo seremos mañana. Pero podemos y precisamos decir con claridad cómo queremos ser mañana, porque esa es la forma de participar de la construcción de lo que vendrá. La mejor forma de enfrentar el futuro es darnos cuenta de que lo comenzamos a inventar con las intenciones y con los gestos que producimos en el mundo hoy.

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